Para empezar a pensar el tema...

Imposible seria hablar acerca del problema sin antes realizar una breve reseña de las raíces del conflictivo y difícil tema que nos toca resolver. Desayunando en un bar ubicado en la calle Reconquista, vemos la estatua de una mujer con los brazos abiertos llamando a todos los hombres. ¿A qué? Bajo su ala de misticismo pasan los pequeños burgueses sin ningún tapujo con sus grandes habanos y su arrogante caminar. ¿Quiénes son? Argentinos de la Capital federal... cuyos antepasados descendieron de los barcos buscando tierras con las cuales vengar su hambruna, su desamparo. Familias en las que habitaba el signo del individualismo, la mezquindad y el orgullo.
Nuestra sociedad tiene en sí la amenaza del egoísmo instalado culturalmente en aquellos antepasados, trascendiendo este de generación en generación y luego fomentado por casi todos los gobiernos de turno. “Hace la tuya” y “no te metás”, resuenan frecuentemente en la boca de nuestros compatriotas, lastimando el alma de todos los que amamos bien a esta Nación. La corrupción inicial, que generó parte de la Revolución del 25 de Mayo de 1810 cuando los comerciantes portuarios estaban ligados a intereses del contrabando (1), avasalló a las generaciones posteriores. Esto empaño vislumbrar un futuro promisorio cimentado en las bondades del crecimiento, fruto de la hermandad y el amor al prójimo.
Ante este panorama del pasado se levanta la actual situación económica detonante también del problema que estamos tratando. La cual también provoca que nuestras generaciones jóvenes tenga que ocupar aún más de su tiempo para procurar llenar sus estómagos porque hay hambre, olvidando sus otras obligaciones que como componente de la sociedad,( ser un buen padre de familia, o un buen hijo,) también deberían resolver. Sin duda los argentinos estamos amenazados por el problema económico, moral, social y espiritual.
La debilidad del Gobierno frente al flagelo de la droga, hace que como argentinos anden transitando los caminos de la vida sin la protección que el Estado debería ejecutar con eficacia ante este problema y sus tres aristas principales:

Rehabilitación
Prevención
Capacitación de agentes de prevención

Siendo las ONG’s un paliativo no tan eficaz para tan grande problema. La decisión del Gobierno para atacar la droga creando el SE.DRO.NAR y los CPA, no ha sido suficiente convirtiendo su rol en algo ineficaz. No podemos decir que se ha hecho algo a conciencia, porque no se ha consultado a todos los especialistas en el tema. Otra vez la mezquindad, las corporaciones y las seudo-mafias que generan el amplio consumo de las drogas en nuestro país, han hecho que el narcotráfico sea un grave problema aún por resolver.
Hace 25 años, la Argentina dejó de ser un país de paso de la droga y la destrucción de los jóvenes de la clase obrera fue otra de sus razones. Hoy los pibes que deberían pensar, tendrían que ver... ¿Y que verían? Una nación de rodillas ante la maldad, vendiendo su dignidad . . . Entonces: “Mejor dale a un porrito” dirían aquellos comerciantes del puerto de 1810. Aún “el pueblo todavía quiere saber de que se trata”, frase acuñada por los mismos de siempre.
La complicidad emerge desde las tinieblas y nos dejan ver sus lazos tan increíbles como irreproducibles que por la falta de pruebas contundentes que desbaraten sus mecanismos nos impiden denunciarlos ante la Justicia. . . Justicia ¡Párrafo aparte! Otra debilidad. Muchos hombres de las leyes hoy debaten acerca del uso de la marihuana, si debe ser legalizada o no... Instalar este tema en el estado actual de la situación brindaría un clima apologético de la cuestión, perdiéndose así la verdadera cuestión que sería la científica. Nuestros jóvenes carentes de oportunidades, se vuelcan a diario por centenas al consumo de inhalantes, marihuana, alcohol, cocaína, y al último grito de la maldad: la pasta base, que acelera los tiempos de la muerte que la droga trae consigo, ya que es más barata para comprar y para producir.
Pero todo problema, requiere también de una oportunidad para que se resuelva. Y a pesar de su gravedad, hoy podría inspirarnos la conocida historia bíblica donde el pueblo sufría la amenaza de un gigante llamado Goliat asustando a todos. Incluso a su rey, por su tremendo tamaño. Esto fue oído por un chiquillo que vio al mismo gigante, pero adoptó otra actitud. Y pensó que ese problema era tan grande que no iba a poder fallar al arrojarle una piedrecilla muy pequeña.
La Argentina está necesitando con urgencia desarrollar nuevas fórmulas para resolver sus viejos problemas. Por lo tanto, vemos en este tiempo un renuevo en los aires espirituales de la Nación. Desde el Gobierno se trata de luchar contra algunos corporativismos y eso suena bien, ya que sería sabio poder probar lo excelente aunque se haya conocido lo bueno.
Como Nación, debemos acudir al llamado de resolver hoy el problema por el bien de las generaciones futuras. No podemos obrar con improvisación, por eso cada paso lo tendremos que consensuar. Llamando a una mesa de debate permanente, en donde se resuelva qué pasos dar a corto, mediano y largo plazo. Y proponer planes de Gobierno en donde los especialistas participen desde el vamos, en lugar de convocarlos a último momento con el único propósito de apagar incendios para luego desecharlos. Concretar una estrategia que abarque la totalidad de la sociedad, instalando la prevención como una materia en los últimos grados de la escuela primaria y toda la secundaria. Y a su vez preparar a los universitarios para que todos se conviertan en agentes de prevención. De este modo la sociedad tomará conciencia, si en primera instancia el Gobierno toma conciencia.
Por lo tanto, la mayor fortaleza es la que da Dios. Motivando a las autoridades actuales a poner freno a los mecanismos mal implementados por la SE.DRO.NAR y haciendo un nuevo relevamiento para que todos los lugares donde se capacite, prevenga o asista a las personas que padecieron este problema sigan trabajando con libertad y la logística necesaria. Pues tomar el poder como un servicio a la sociedad, sería la mayor fortaleza que se tendría para frenar este flagelo.

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